… siempre me han irritado los relatos donde los
personajes tienen que quedarse como al margen mientras el narrador explica por
su cuenta… Me parece una vanidad querer intervenir en un cuento con algo más
que con el cuento en sí
Cortázar
Poco sé de la literatura japonesa, no soy un
experto en el tema; sólo he leído a los autores más conocidos, los que
conocemos por las traducciones. Me refiero a Mishima, Kawabata, Murakami, entre
otros. Por lo tanto, ignoro cuáles sean los temas tradicionalmente japoneses en
la literatura, si es que existe tal cosa. Lo cierto es que si no me hubiera
enterado, por el nombre en la portada, la nota introductoria u otros detalles-
muy pocos en realidad (como un tatami que
se menciona en el cuento La casa); ni
siquiera los nombres son japoneses (los personajes son llamados con iniciales o
con nombres genéricos como el hermano,
la esposa, la niña)- no habría creído que estos Cuentos siniestros de Kobo Abe fueron escritos por un nipón.
Y es que en Kobo Abe predomina lo que suponemos
debe haber en el interés de alguien que escribe un cuento, y no de alguien que
parece estar escribiendo una guía turística de su país (lo que he observado en
muchas ocasiones, en otros escritores de muchas partes y que no viene al caso
mencionar). Parece que el autor se propuso precisamente eso: no ser leído por
los occidentales que esperan encontrar lo exótico del lejano oriente, o de la
patria del sol naciente; sino ser leído como lo que aspiramos todos los que
escribimos: ser un autor universal.
Entonces, ¿de qué tratan los cuentos de Kobo
Abe?, se estarán preguntando los pocos lectores de esta nota. De lo que tratan
todos los cuentos: de la soledad, de la muerte. Escritos y/o publicados en las
décadas de los ’50 y ’60, en los textos de Abe se describen circunstancias y
acontecimientos que pueden ser paranormales o simplemente raros: un hombre que
busca empleo es contactado por una misteriosa agencia o sociedad secreta que se
dedica a reclutar y entrenar delincuentes y criminales; un pintor casado con
una modelo ninfómana tiene un perro (de características no precisamente
caninas) que aparentemente habla y a menudo actúa como un ser humano; un hombre
es criogenizado y despierta en un futuro donde los hombres han evolucionado
hasta tener un aspecto de plantas (o las plantas han evolucionado hasta tener
un aspecto de hombres); en un mundo donde la raza humana se ha separado en dos
grandes grupos (los que se comen a los otros y los que son comidos por los
primeros), un hombre clama para que su hija adolescente no sea devorada.
Hay ciertos tópicos que están presentes en
algunos de los grandes cultores del géneros fantástico, que uno presume han
constituido cierta influencia para Kobo Abe. Me refiero a tópicos como la
locura como explicación de lo extraño, la criogenización. Sin embargo, pienso
que Abe ha añadido nuevos elementos y temas a esa larga tradición de
circunstancias anómalas, descolocaciones (para usar un término cortazariano),
que pueden ser el punto de partida para una narración que linda con lo
fantástico. Y cuando digo que linda con lo fantástico es porque a menudo nos
encontramos con la gran duda: saber si lo que sucede es algo realmente fuera de
este mundo (que se rige por otra lógica, de otra realidad) o si es algo que se
puede explicar según las leyes de nuestro universo. Esta ambigüedad, es lo que,
según Todorov, marca la diferencia entre lo maravilloso y lo fantástico o lo
extraño.
Pero por sobre todo, el asunto está en cómo lo cuenta
Kobo Abe (lo que realmente importa, ya que hablamos de literatura): de una
manera exasperante, a veces irritante (esto lo digo como un cumplido); no se
sabe bien lo que pasa o ha pasado, pero uno sospecha que es algo inusitado. La
mayor virtud de Abe sea quizás ésa: los personajes a menudo se ven atrapados en
esa circunstancia inusual, extraña e incomprensible para ellos (también para
nosotros). El narrador no parece saber más de lo que cuenta; los lectores,
perplejos, vivimos ese mismo caos en que está sumido el personaje.
Lo asombroso, lo fantástico bordeando lo extraño,
se hacen presentes en estos cuentos de Kobo Abe, narrador de atmósferas
enrarecidas, personajes estrambóticos y circunstancias inverosímiles pero
posibles. Así que, ya está advertido el lector, si quiere saber algo de Japón,
mejor compre un atlas; si quiere leer a un autor que lo deja a uno sumido en el
borde de la desesperación, lea a Kobo Abe.
Rafael Victorino Muñoz
@soyvictorinox