Escribir humor sin dejar de ser literatura seria no es cosa sencilla, quiero decir, a veces hacer humor acaba convirtiéndose en literatura fácil, literatura light y a veces hacer literatura acaba por parecerse más a un juego de inteligencia que un juego de humor.
Mendoza de alguna manera lo logra; logra esa risa alegre y pura. Además, me permitió descubrir a un escritor muy particular. Ésta resulta ser una obra relativamente menor de una autor que ya era importante, gracias a una saga que tiene como personaje principal a un detective muy particular, y que oscila entre la parodia a la novela negra, el relato experimental y hasta la novela gótica.
De verdad leyendo Sin noticias de Gurb río a mandíbula batiente y a lo largo de casi todo el texto: no tiene baches o disminución en la intensidad, como pasa con algunas películas que en algún momento dejan la risa y torna a la acción o al drama.
Sin noticia de Gurb es probablemente uno de los libros más graciosos que haya leído, junto con El club de los parricidas de Ambrose Bierce, El robo del elefante blanco y otros cuentos de Mark Twain, Espérame en Siberia, vida mía, de otro español: Enrique Jardiel Poncela. Y no digo que es gracioso porque sonría, porque entienda el chiste y me haga cómplice de él; no es ese humor inteligente de Sterne o del mismo Cortázar, ante el que uno sonríe complaciente al darse cuenta de que el emperador está desnudo.
Es un fantástico libro, en efecto. Un humor especial de alguien que ya está de vuelta de todo.
ResponderEliminarUn saludo.