No me avergüenza confesar que algunos de estos me han aburrido hasta el punto tal de no poder terminarlos. A esta edad creo estar seguro de que no los leeré y/o culminaré jamás. Algunos sí he podido leerlos; los he disfrutado a ratos o los he disfrutado del todo. A veces he saltado, pero he terminado.
Esta, a continuación, es otra lista, aún más arbitraria que la anterior; arbitraria para otros, que no para mí: no creo en los cánones, excepto en los absolutamente personales (en la próxima entrega hablaré de ello).
Inicio con la Divina comedia, a la que dos veces he dejado a las puertas del infierno, fracasando en mi intento de ir más allá (aunque no sé si el fracaso es mío o del Dante). También incluyo el Quijote, de cuya segunda parte sólo sé que existe. De El capital conozco su contenido por las innumerables reseñas, resúmenes, críticas y epígonos. Están los que vienen en varios tomos, como En busca del tiempo perdido (tiempo perdido para Proust, el que dedicó a eso) y el libro sin atributos (o El hombre sin atributos, quise decir). Debo añadir a este dudoso catálogo el Acto de fe, de Caneti, quien tiene otro ladrillo que sí es muy bueno (Masa y poder), y uno de un autor más reciente, que es Los detectives salvajes de Bolaños.
Pero, por otra parte, están esos libros vastos e igualmente a ratos insufribles, que sin embargo sí he podido culminar, por razones que no busco explicar ni comprender; si las hubo, habría que buscarlas no en los mismos libros sino en mi estado de ánimo o en mi disposición de tiempo para el momento. Tal es el caso de Moby dick (saltando un poco aquí y un poco allá) y Los miserables (aunque varias veces sentí deseos de torcerle el cuello al cisne). Me parece que Ulises y Rayuela tienen algo de ladrillos; y los he leído, no obstante.
Creo que el libro más extenso que he culminado es La guerra y la paz (sólo en un país tan desmesurado como Rusia pudo haberse gestado un libro tan desmesurado como éste). Hay que soportar trescientas páginas de chismorreo de príncipes y condesas en reuniones de salón para ver algo de acción.
Sé que hay otros más largos, pero no los he leído, no los he culminado o no los he disfrutado. En algún momento veré con los que no he iniciado; porque a los que les di una primera oportunidad, creo que vale lo mismo que para las ex novias.
Y tú, lector, ¿de qué ladrillos está hecha tu biblioteca?
Rafael Victorino Muñoz
@soyvictorinox
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