viernes, 29 de septiembre de 2017

Los cuentos siniestros de Kobo Abe (Ed. Eterna Cadencia,2011)

… siempre me han irritado los relatos donde los personajes tienen que quedarse como al margen mientras el narrador explica por su cuenta… Me parece una vanidad querer intervenir en un cuento con algo más que con el cuento en sí
Cortázar

Poco sé de la literatura japonesa, no soy un experto en el tema; sólo he leído a los autores más conocidos, los que conocemos por las traducciones. Me refiero a Mishima, Kawabata, Murakami, entre otros. Por lo tanto, ignoro cuáles sean los temas tradicionalmente japoneses en la literatura, si es que existe tal cosa. Lo cierto es que si no me hubiera enterado, por el nombre en la portada, la nota introductoria u otros detalles- muy pocos en realidad (como un tatami que se menciona en el cuento La casa); ni siquiera los nombres son japoneses (los personajes son llamados con iniciales o con nombres genéricos como el hermano, la esposa, la niña)- no habría creído que estos Cuentos siniestros de Kobo Abe fueron escritos por un nipón.
Y es que en Kobo Abe predomina lo que suponemos debe haber en el interés de alguien que escribe un cuento, y no de alguien que parece estar escribiendo una guía turística de su país (lo que he observado en muchas ocasiones, en otros escritores de muchas partes y que no viene al caso mencionar). Parece que el autor se propuso precisamente eso: no ser leído por los occidentales que esperan encontrar lo exótico del lejano oriente, o de la patria del sol naciente; sino ser leído como lo que aspiramos todos los que escribimos: ser un autor universal.
Entonces, ¿de qué tratan los cuentos de Kobo Abe?, se estarán preguntando los pocos lectores de esta nota. De lo que tratan todos los cuentos: de la soledad, de la muerte. Escritos y/o publicados en las décadas de los ’50 y ’60, en los textos de Abe se describen circunstancias y acontecimientos que pueden ser paranormales o simplemente raros: un hombre que busca empleo es contactado por una misteriosa agencia o sociedad secreta que se dedica a reclutar y entrenar delincuentes y criminales; un pintor casado con una modelo ninfómana tiene un perro (de características no precisamente caninas) que aparentemente habla y a menudo actúa como un ser humano; un hombre es criogenizado y despierta en un futuro donde los hombres han evolucionado hasta tener un aspecto de plantas (o las plantas han evolucionado hasta tener un aspecto de hombres); en un mundo donde la raza humana se ha separado en dos grandes grupos (los que se comen a los otros y los que son comidos por los primeros), un hombre clama para que su hija adolescente no sea devorada.
Hay ciertos tópicos que están presentes en algunos de los grandes cultores del géneros fantástico, que uno presume han constituido cierta influencia para Kobo Abe. Me refiero a tópicos como la locura como explicación de lo extraño, la criogenización. Sin embargo, pienso que Abe ha añadido nuevos elementos y temas a esa larga tradición de circunstancias anómalas, descolocaciones (para usar un término cortazariano), que pueden ser el punto de partida para una narración que linda con lo fantástico. Y cuando digo que linda con lo fantástico es porque a menudo nos encontramos con la gran duda: saber si lo que sucede es algo realmente fuera de este mundo (que se rige por otra lógica, de otra realidad) o si es algo que se puede explicar según las leyes de nuestro universo. Esta ambigüedad, es lo que, según Todorov, marca la diferencia entre lo maravilloso y lo fantástico o lo extraño.
Pero por sobre todo, el asunto está en cómo lo cuenta Kobo Abe (lo que realmente importa, ya que hablamos de literatura): de una manera exasperante, a veces irritante (esto lo digo como un cumplido); no se sabe bien lo que pasa o ha pasado, pero uno sospecha que es algo inusitado. La mayor virtud de Abe sea quizás ésa: los personajes a menudo se ven atrapados en esa circunstancia inusual, extraña e incomprensible para ellos (también para nosotros). El narrador no parece saber más de lo que cuenta; los lectores, perplejos, vivimos ese mismo caos en que está sumido el personaje.
Lo asombroso, lo fantástico bordeando lo extraño, se hacen presentes en estos cuentos de Kobo Abe, narrador de atmósferas enrarecidas, personajes estrambóticos y circunstancias inverosímiles pero posibles. Así que, ya está advertido el lector, si quiere saber algo de Japón, mejor compre un atlas; si quiere leer a un autor que lo deja a uno sumido en el borde de la desesperación, lea a Kobo Abe.

Rafael Victorino Muñoz

@soyvictorinox