miércoles, 14 de diciembre de 2011

El imperio contracultural: del rock a la postmodernidad. Luis Britto García


     En este volumen, Luis Britto García se propone analizar uno de los fenómenos más interesantes, si no el más interesante, de nuestros tiempos: la cultura. Dicho así puede sonar a verdad de Perogrullo: ¿es que acaso no hubo antes cultura? O, ¿es que acaso la cultura de los pueblos no ha sido, a lo largo de todos los tiempos, uno de los fenómenos más interesantes? Sí, pero también es cierto que la nuestra, o las nuestras, son culturas muy particulares, no sólo por la participación de diversos tipos de lenguajes que antes no existían (como los audiovisuales e informáticos), sino por la gran diversidad de expresiones que la constituyen.
    Aún más interesante es la forma como el autor plantea el tema de la cultura, entendida en el sentido más amplio de la palabra: para el autor, la cultura es anterior a todo o abarca todo; tanto que, incluso, “la raíz última de los conflictos debe ser detectada en la cultura”. Es decir, en buena parte de las guerras que ha habido en la humanidad, “se inculcan concepciones del mundo, valores o actitudes”. En efecto, con muy pocas excepciones, los conquistadores no sólo quieren sojuzgar, económica y políticamente a los otros pueblos, también quieren conquistarlos espiritualmente, y a veces no necesariamente a través del conflicto armado sino con “operaciones de penetración, de investigación motivacional, de propaganda y de educación”. El norte es, pues, para el conquistador, imponer una cultura, su cultura, y acallar las otras, que pasan a ser subculturas, culturas marginadas y en gran medida, contraculturas.
    La cultura es definida por Britto García como una clase de “modelo interno parcial, resumido y modificable de sí mismo y de las condiciones de su entorno”. Así, los organismos sociales “desarrollan una cultura, una memoria colectiva, que contiene los datos esenciales relativos a la propia estructura del grupo social, al ambiente donde está establecido, y a las pautas de conducta necesarias para regir las relaciones entre los integrantes del grupo, y entre éste y el ambiente”. Pero la cultura no es o no puede ser inmutable, sino que debe modificarse a sí misma, autorregularse, para poder adaptarse a los cambios y sobrevivir. Si no se adapta, perece.
      La manera de transformarse de una cultura pasa por la integración y asimilación en su modelo de otros componentes. De allí que “la cultura se transforma mediante la progresiva generación de subculturas, que constituyen intentos de registrar un cambio”; y es que toda cultura no es completa, es parcial, no satisface en todo sentido a los individuos que componen el grupo, sobre todo cuando se trata de grupos sociales muy grandes y complejos, donde no todos participan por igual, donde a veces surgen desigualdades, exclusiones, y algunos terminan en el margen.
      Así que entonces se generan, en el seno de la cultura, o en su periferia, subculturas, que como se decía, contribuyen al cambio de esa cultura. Pero esto no siempre ocurre de una manera armoniosa, es más, lo que a menudo ocurre es que la subcultura entre en conflicto con la cultura que pasará ahora a llamarse dominante u oficial, en tanto que las otras se constituyen en contraculturas, proceso donde se establece “una batalla entre modelos, una guerra entre concepciones del mundo”.
     Volviendo a lo que señalábamos antes, lo que hace más espacial a las culturas de nuestros tiempos, es la forma como se relacionan unas con otras, o la forma como la cultura dominante ha tratado de avasallar a las contraculturas. Particularmente, el autor concede, a lo largo del texto, mayor atención a la forma como en el modelo capitalista, en cuanto productor de cultura, se han ideado modos para aniquilar las subculturas o contraculturas que antagonizan con la oficial. En este sentido, Britto García refiere la existencia de mecanismos mediante los cuales el propio sistema, o la propia cultura dominante, “asume el papel de crear y de dirigir la cultura del subgrupo disidente”, lo que termina por suavizar el desacuerdo de los marginados con la cultura oficial. (Esto puede observarse, por ejemplo, en el hip-hop de la cultura afroamericana, que acabó por ser una forma de pop, después de haber nacido como protesta.)
     Más específicamente, en el capitalismo tales operaciones implican el estudio de los mercados para adoptar decisiones con respecto a lo que se va a producir, el styling, la publicidad y todo el proceso de mercadeo; también esto se logra a través de: a) la apropiación, universalización e inversión del significado de los símbolos contraculturales (lo que ocurre con la imagen del Che Guevara estampada en miles de playeras); b) creación de subculturas de consumo o estilos de consumo, como esos targets a los cuales se dirigen los canales de televisión por cable; entre otros medios. Claro, todo esto se refiere no al capitalismo de siempre, sino a una forma de capitalismo que es de ahora, y a mecanismos que son y han sido posibles gracias a los mass media.
       Luego, el autor pasa a analizar una gran diversidad de procesos a la luz de estas concepciones, de lo cual se deriva que los eventos más diversos, como las luchas por los derechos humanos o por la igualdad de las minorías, las sectas religiosas, los movimientos iconoclastas e irreverentes como los yippies, la experiencia ritual de las drogas por parte de ciertos grupos, la revolución sexual, las comunas, son síntomas de una misma condición: son manifestaciones contraculturales, de grupos que han sido marginados, están en la periferia y generan una cultura que es opuesta a la dominante. La contracultura sería la continuación de la lucha de clases, por otras vías y por otras razones: nada que ver con los medios de producción, sino con las visiones del mundo que entran en conflicto.
Rafael Victorino Muñoz
@soyvictorinox

1 comentario:

  1. Los desafíos es de qué manera la escuela o instituciones que forman haga eco de estos puntos evidenciados en el libro de garcía,que no deja de ser una constante en el mundo global, seguimos en economìas inhumanas, capitalismo salvaje, nos han hecho dorar la píldora de la explotación por nuevas categorías....

    digámoslo claro, la lucha de clases está en la calle, en la cultura....

    Gran aporte a las mentes disidentes del sistema...:)::):)

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