domingo, 25 de marzo de 2012

Enciclopedia secreta de una familia argentina - Marco Denevi y otros

Como su nombre mismo lo indica, la obra está construida a la manera de un diccionario, es decir, tiene “entradas” ordenadas alfabéticamente y en cada una de ellas se cuenta una historia que a veces se complementa con las de otras entradas; así el lector, se presume, puede ir reconstruyendo, a su gusto, la narración completa o sólo la parte o el personaje que más le interesó. 
La mayor parte de las entradas aluden a distintos personajes, de esta manera no existe un protagonista principal; aunque hay algunos a los que el autor presta mayor atención. (Uso el mismo término que para los verdaderos diccionarios, aunque no muy convencido, porque lo que escribe Denevi no parecen verdaderas entradas, ni por el lenguaje ni por el tema, lo cual le resta interés, para mí, al intento; hubiese sido más notable imitar de verdad el estilo de los Larousse y otros diccionarios.)
El planteamiento de esta obra pretende propiciar la participación activa del lector, manera de construir el texto narrativo que tiene sus antecedentes en la “Rayuela” y que ha encontrado su eco no sólo en Denevi (sin duda una de las mejores propuestas al respecto es elDiccionario jázaro, de Milorad Paviç). Dos elementos sustentan este tipo de propuestas: no siempre se puede decir que un libro haya sido escrito por una sola persona, que en su construcción colaboraron muchos, quizás sin saberlo, incluido el lector, ese lector activo que va construyendo significados; que es posible practicar una lectura que rompa la linealidad del discurso y del signo y permitan al lector no interesarse tanto por la culminación de la historia como por la forma.
Esto último se inserta, además, en una de esas modas que a veces plagan el mundo de la intelectualidad: desde hace un tiempo para acá se crítica la tiranía del texto lineal, que obliga al lector a seguir un decurso preestablecido por el autor. Yo no veo tal rigidez en el signo ni en el lenguaje ni en la literatura ni en la narrativa. Me parece que con todos los elementos y recursos de que se dispone se pueden hacer variaciones ad infinitum, ergo, no hay tal pobreza ni tales limitaciones. Y si el lector quiere puede leer un libro en el orden que quiera, saltar las páginas, pasar a otro libro, y hasta cerrarlo.

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