domingo, 25 de marzo de 2012


Kobo Abe (2011). Los cuentos siniestros
Buenos Aires: Ed. Eterna Cadencia


… siempre me han irritado los relatos donde los personajes tienen que quedarse como al margen mientras el narrador explica por su cuenta… Me parece una vanidad querer intervenir en un cuento con algo más que con el cuento en sí
Cortázar

Poco sé de la literatura japonesa, no soy un experto en el tema; sólo he leído a los autores más conocidos, los que conocemos por las traducciones. Me refiero a Mishima, Kawabata, Murakami, entre otros. Por lo tanto, ignoro cuáles sean los temas tradicionalmente japoneses en la literatura, si es que existe tal cosa. Lo cierto es que si no me hubiera enterado, por el nombre en la portada, la nota introductoria u otros detalles- muy pocos en realidad (como un tatami que se menciona en el cuento La casa); ni siquiera los nombres son japoneses (los personajes son llamados con iniciales o con nombres genéricos como el hermano, la esposa, la niña)- no habría creído que estos Cuentos siniestros de Kobo Abe fueron escritos por un nipón.
Y es que en Kobo Abe predomina lo que suponemos debe haber en el interés de alguien que escribe un cuento, y no de alguien que parece estar escribiendo una guía turística de su país (lo que he observado en muchas ocasiones, en otros escritores de muchas partes y que no viene al caso mencionar). Parece que el autor se propuso precisamente eso: no ser leído por los occidentales que esperan encontrar lo exótico del lejano oriente, o de la patria del sol naciente; sino ser leído como lo que aspiramos todos los que escribimos: ser un autor universal.
Entonces, ¿de qué tratan los cuentos de Kobo Abe?, se estarán preguntando los pocos lectores de esta nota. De lo que tratan todos los cuentos: de la soledad, de la muerte, qué sé yo. Lo que importa no es qué sino cómo, cómo cuenta Kobo Abe lo que cuenta. De una manera exasperante, a veces irritante (esto lo digo como un cumplido); no se sabe bien lo que ha pasa o ha pasado, pero uno sospecha que es algo inusitado. La mayor virtud de Kobo Abe sea quizás ésa: los personajes a menudo se ven atrapados en una circunstancia inusual, extraña e incomprensible para ellos. El narrador no parece saber más de lo que cuenta; los lectores, perplejos, vivimos ese mismo caos en que está sumido el personaje.
Lo inverosímil, lo fantástico lindando con lo extraño, se hace presente en estos cuentos de Kobo Abe, narrador de atmósferas enrarecidas, personajes estrambóticos y acontecimientos que pueden ser paranormales o simplemente raros. Así que, ya está advertido el lector, si quiere saber algo de Japón, mejor compre un Atlas; si quiere leer a un autor que lo deja a uno sumido en el borde de la desesperación, lea a Kobo Abe.

Rafael Victorino Muñoz
@soyvictorinox

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